Este momento, el que acabas de vivir, es el que ya no volverás a vivir, éste beso que acabas de dar es el que ya nunca más volverás a dar.
Cada segundo deja grabado sobre la erosionante memoria una leyenda impresa de una sensación, un sentimiento, sin atención, efímero en la que muchas veces se guardan las páginas más intensas de nuestra existencia.
La fragancia de éste día de sol, la belleza de esas rosas, el aroma del polvo seco y arrugado imprengnado de tu cálido abrazo, hacen este momento que ya se ha acabado, un momento tan lleno como vacío, un momento dentro de un cielo blanco, en la ausencia de distracciones diferentes a ti.
Si tuviera que olvidarlo mañana, quisiera no tenerlo, porque esto es tan hermoso y tan grande que su ausencia hará pedazos cuanto he tenido y cuanto he hecho, porque en ti he aprendido lo importante, la razón no es que si no quien, no es cuando si no ahora, no es nada sino ésto, éste abrazo, éstas miradas, éstas manos, éste sueño, ésta realidad profundamente afortunada; de verdad, te ruego, hagamos que no se acabe nunca.
Los días pasan de prisa, las horas son rehenes inalcanzables e indomables desde fechas inmemoriales, conservar los momentos mágicos es lo único que queda al alcance nuestro después de vivirlas.
Y en el trance de mirar tus ojos y el cielo elevo mis agradecimientos a Todo Factor que ha hecho posible estar en la confección de éste recuerdo que quedará tallado en mi, desde mi piel hasta mis huesos, desde mi consiente hasta lo más subconsciente de mi.
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