jueves, 19 de marzo de 2009

18 de Febrero

Cinco rosas, un gramo de oro, una sonrisa plácida,
estrecha convicción de un vínculo inmutable
un cariño sublime que halló cuerpo en una mirada
ojos negros brillando cual estrellas tintilantes
en el telón perpetuo de las noches de oscuridad.

Una ilusión, un sueño, una meta
todo aquello que fuera expresión de íntima belleza
escrito dentro de su corazón desde entonces
cuando por fin ante sus marrones ojos sumidos
se erguia hecha un haz de luz su tierna sonrisa.

Noble como cada palabra de su inmaculada boca
sobria, simple, llena de gracia y bondad sincera
no podía mas que nadar en la hermosura de su asombro;
aceptar la belleza era encontrar un camino
sin pliegues ni treguas hacia la felicidad
en el atardecer de su día, al final de sus actividades
el cálido hogar de su corazón esperándolo
retándolo siempre aun camino estrecho y desconocido
lleno de sorpresas, obstáculos y bellezas
en cada paso explicaba con ternura implacable
el porque de cada paso entre esos escombros.

Un buen día juzgó el momento correcto
desde entonces se dieron inicio a unas lecciones
una filosofía mucho más alla de cualquier comprensión,
ningún soporte de su conocimiento alcanzaba
adivinar el enigmático secreto engendrado
en cada una de esos discursos inexplicables.

Con las horas pasaban los minutos de los días
desde entonces vivía sumido en los interrogantes
mas extraños sembrados en su mente flotante
buscando deseperandamente comprender
las complejas palabras de aquella mujer.

Eran las once de la mañana, domingo
18 de febrero, una carta debajo de la puerta
querido: a tu lado he sido feliz, solo ruego estes preparado;
las únicas palabras y un montón de pétalos de rosas
que en su dia fueron rojas y bellas, suyas
el alma rota, ojos llorosos, y un puño lleno de ellas.

Acurrucado en su cama, devorándose el tercecer dia,
la ausencia suya era igual que dejar de vivir
toc toc toc, hijo estás ahi? estás? ábreme
suplicante el ruego de una dulce vos asustada
una puerta se abria entonces, sollozos por aquí
y sollozos por allá, un periódico nuevo, aqui está
Un titular poco común, quizá una explicación.

Elena Falcones es brutalmente arrollada
después de haber caído inexplicablemente ante las vias
de un tren que se asomaba, gritos y llantos
ahora todo es comprensinble, entonces sobrevino la luz
su madre cierra la puerta en homenaje a la intimidad.

Cuatro horas después en el techo de su habitación
colgaba sin vida de una cuerda improvisada
de azul el rostro, los ojos abiertos,
y la lengua violácea dirección al suelo,
al entrar su madre con una vaso de leche en mano
entre lamentos y gritos a adorarlo se sentó.

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